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¿Qué podemos hacer?

Información General

¿Qué podemos hacer?

Muchos niños son etiquetados por las personas que les rodean (compañeros, padres, maestros, vecinos…) Estas etiquetas de «vago», «maleducado» o «caprichoso» no facilitan la comprensión de lo que realmente le sucede a/lal niño/a ni orientan sobre cómo ayudarle a él/ella ni a su familia. Será mediante el establecimiento de un diagnóstico que confirme o descarte el trastorno cuando se podrá comenzar a proporcionar la ayuda adecuada.

Ante la duda acuda a un profesional clínico especializado o contacte con nuestra asociación.

Consejos para padres y madres

El más efectivo de los tratamientos, requiere la total cooperación entre educadores y madres/padres, trabajando conjuntamente con otros profesionales como médicos, psicólogos, logopedas, educadores especiales, etc.

Si bien es muy difícil comprender la razón del comportamiento de un TDAH, los padres deben intentar conseguirlo.

Mantener una comunicación abierta con él/ella es una de las cosas más importantes que los padres y madres deberían intentar conseguir.

Prestar atención y escuchar al/a niño/a es uno de los primeros escalones que puede ir acompañado después de un comentario directo y honesto de sus responsabilidades.

Los miembros de la familia pueden ayudar aclarando y demostrando conductas deseables, así como ofreciendo otras formas de colaboración y apoyo.

Un programa de educación o grupo de discusión para padres y madres ofrece con frecuencia comprensión y muchas sugerencias positivas para ayudar al niño o niña.

El equilibrio de los adultos, su carácter y sus modales personales son más importantes que las palabras; lo que nosotros hacemos influye más que lo que decimos. Por consiguiente, se debe hacer todo el esfuerzo posible para permanecer tan calmado y sosegado como sea factible, ya que la conducta de los padres, madres y profesores va a ser indudablemente imitada y reflejada por el niño o la niña.

Recomendaciones para la familia

  • Ayudar al niño a desarrollar su autoconfianza y autoestima por competencia consigo mismo primero, antes que con los demás. Estimularlo a reconocer sus progresos y ejecuciones por lentas o limitadas que éstas puedan ser.
  • Ofrecerle demostraciones de cariño y aceptación pues necesita gran cantidad de contacto físico y afecto paterno.
  • Sorprender el/la niño/a «siendo bueno/a» o haciendo alguna cosa deseable, tan frecuentemente como sea posible, y recompensarlo con una alabanza, palabra bondadosa, sonrisa o palmada en la espalda.
  • Intentar ver el lado positivo de las cosas, reír y bromear con el/la niño/a. Ayudarle a descubrir y apreciar el humor y a reírse de sí mismo/a a la vez.
  • Implicar el/la niño/a en el establecimiento de reglas, regulaciones, limitaciones, esquemas, esparcimientos y otras actividades personales y familiares.
  • Darle responsabilidades familiares razonables y tareas en consonancia con sus aptitudes. Enseñarle a realizarlas y luego alabar su cumplimiento.
  • Decir el/la niño/a cuándo se porta mal y explicarle lo que usted siente acerca de su conducta; después proponerle que ponga en práctica otras formas de conducta más aceptables y estimularlo para que las lleve a cabo en el futuro.
  • Los castigos físicos no son educativos y no funcionan. Es preferible aplicar técnicas de modificación de conducta constructivas. Consultar a un profesional si el caso es grave.
  • Insistir en que el/la niño/a coopere socialmente, jugando, ayudando y colaborando con otros en la familia y en la comunidad. Proporcionarle oportunidades adecuadas para la participación social y elogiar la conducta cooperativa.
  • Como padres y madres es preciso ser constructivamente estables en la propia conducta como sea posible bajo diversas circunstancias. Recordar que cada vez que usted cambia su reacción conductual ante el/la niño/a le confunde acerca de lo que usted espera o cómo desea que actúe.
  • Intente no culpabilizarse por  los problemas de su hijo/a, ya que usted no puede controlar cosas tales como la herencia o el entorno escolar-comunitario completo. Hágalo lo mejor que pueda como padre o madre y reconozca las muchas cosas  positivas que usted ha hecho para ayudar a su hijo/a.
  • Empezar visitando la escuela y observando los éxitos y limitaciones del niño/a. A continuación hablar con el profesorado y pedirle consejo acerca de las formas específicas en que usted podría ayudar o enseñar el/la niño/a en casa.
  • Preguntar al profesor/terapeuta qué ejercicios específicos se emplean en el entrenamiento en relajación, la relajación de la tensión, la inhibición muscular o el desarrollo de la atención y concentración. Averiguar cómo y con qué frecuencia se emplean dichos ejercicios, si puede usted poner en práctica alguno de ellos en casa y, siendo así, cuáles.
  • Asegúrese de implicar a su cónyuge en ayudar el/la niño/a con los ejercicios especiales u otras «tareas escolares para casa». Es necesario que los esposos diseñen juntos el programa y tengan un contacto directo con el niño durante su instrucción.
  • Cuando el/la niño/a cometa errores o equivocaciones, ayudarle a corregirlos, enseñando y demostrándole lo que debe hacer. Tener cuidado de no regañar, y elogiar cualquier progreso o éxito parcial.
  • Intentar fomentar la capacidad del/la niño/a para concentrarse en lo que está haciendo, reduciendo, en todo lo que sea posible, los estímulos altamente perturbadores en su entorno.
  • Procurar darle un lugar para trabajar o estudiar sin interferencias.